Sea el triángulo de vértices I (Inteligencia), V (Vulnerabilidad) y T (Tecnología). Veamos en detalle cómo interactúan los dos primeros vértices (como puntos interiores de los jóvenes) con el tercer vértice, exterior a estas personas que están en período de desarrollo.
Vértice (I): Inteligencia y Desarrollo Cognitivo
La inteligencia, entendida como la suma de las capacidades cognitivas, se forma a diferentes ritmos, pero de manera notable en los primeros 25 años de vida. Durante estos años, que coinciden a grosso modo con la formación educativa, los alumnos pueden desarrollar su máximo potencial si son expuestos a entornos que estimulen sus capacidades. Lo que no desarrollen durante estos años, difícilmente se podrá conseguir en el futuro (atención, memoria, lenguaje, razonamiento, etc.).
El Efecto Flynn demuestra que el cociente intelectual global del planeta ha ido aumentando desde que se tiene registro, con una clara tendencia ascendente. Dicha tendencia cambió por primera vez en la historia alrededor del año 2000. Es decir, por primera vez, las últimas generaciones de algunos países empiezan a ser menos inteligentes que sus padres. Para explicar este cambio, hay varios factores implicados, de los que aquí destacaremos dos: los cambios producidos en educación y el exceso de tecnología y distracción digital.
Vértice (V): Vulnerabilidad y Protección Jurídica
Los menores de edad reciben una mayor protección jurídica debido a su vulnerabilidad y falta de madurez para tomar decisiones autónomas. Para ello, existe el Principio del Interés Superior del Menor, reconocido en la Convención sobre los Derechos del Niño (1989) de la ONU, que establece que, en cualquier decisión que afecte a un menor, su bienestar debe ser la prioridad absoluta. Esto significa que los derechos de los menores no solo se reconocen, sino que se protegen de manera reforzada para garantizar su desarrollo físico, emocional, educativo y social.
Dicho esto, cabe reflexionar sobre qué ha fallado cuando lo que ha hecho precisamente la tecnología ha sido explotar dichas vulnerabilidades: necesidad de pertenencia y validación social, baja autoestima o inseguridad sobre su apariencia y personalidad, y mayor sensibilidad a la opinión de los demás.
Vértice (T): Tecnología, Adicción y Control
Sin duda, la tecnología ha traído muchas cosas positivas y beneficios para la sociedad. Pero, lamentablemente, hoy en día los gigantes tecnológicos adolecen de una lógica capitalista que busca la maximización del beneficio a expensas de explotar nuestras vulnerabilidades humanas. Hasta ahora, se han dedicado a competir por nuestra atención, desarrollando mecanismos que "hackean" el tiempo que invertimos en sus aplicaciones.
Si pasamos más tiempo del que nos gustaría revisando mensajes, fotos, anuncios y noticias, ¿puede afirmarse que somos más libres?
Estas grandes corporaciones tienen los recursos y los datos para estudiar nuestra conducta, nuestras reacciones emocionales, nuestros deseos y nuestra vida social. Cada interacción en internet se convierte en un dato que, sumado a los miles de millones de usuarios, genera un amalgama bastante preciso de nuestro comportamiento humano.
Y, sabiendo tanto sobre nosotros, han conseguido el poder de manipularnos, de polarizarnos, de aturdirnos y de neutralizarnos. Nos estamos convirtiendo en la herramienta de la tecnología para hacerla más potente, en la "app" para aprender más sobre cómo explotarnos. Nos estamos relegando a servir a la tecnología, y no al revés. Ya es sospechoso que el sistema haya permitido que la tecnología merme la calidad de nuestro tiempo, de nuestros vínculos personales y de nuestros deseos humanos. Pero ¿cómo es posible que esto se haya filtrado hasta los más jóvenes? ¿Dónde ha quedado el Principio del Interés del Menor?
Cada día leen menos, tienen menos vocabulario y, por ende, menos capacidad de comprender, expresar y describir el funcionamiento del mundo. Cada día tienen más miedo, más ansiedad, más depresión, más inseguridades, más enfermedades mentales y más distracciones.
La sociedad, consciente del problema, lanza mensajes a las instituciones educativas y a las familias: "Hay que educar a los jóvenes en un uso responsable". ¿Es eso posible? ¿Se puede educar a los jóvenes a utilizar moderadamente una tecnología diseñada para ser extremadamente adictiva? ¿Tienen las familias los conocimientos para entender la toxicidad de la tecnología?
La tecnología irrumpió en las aulas sin reflexión, sin planificación y sin objetivos claros. Se digitalizaron los libros de texto y lo único que cambió fue pasar de leer en papel a leer en una pantalla.
Hoy, cientos de estudios científicos evidencian que:
Y ahora que se sabe a ciencia cierta, las instituciones públicas que abrazaron la tecnología en las aulas sin hacer preguntas dicen que tienen que reflexionar y evaluar el impacto que podría tener una disminución de las pantallas en las aulas.
Conclusión: Un Futuro en Riesgo
Sea como sea, el mal ya está hecho. Millones de niños no llegarán nunca a su máximo potencial.
Se ha confundido la capacitación digital con la educación digital. Se pide "autorregulación", "autogestión", a la franja de población más vulnerable. Se pide "pensamiento crítico" para descifrar la verdad entre ingentes cantidades de datos cuando los jóvenes leen y comprenden peor los textos. No hay entornos seguros de internet. Mo hay filtros de edades. Todas las edades pueden llegar a todos los contenidos en un par de cliccs. ¿de verdad alguien cree que esto lo deben de gestionar las familias?
¿Cuándo se exigirá una ética tecnológica que abogue por el florecimiento de la humanidad?, ¿Una tecnología que no nos esclavice?